lunes, 12 de septiembre de 2022

AVEN DEL MAS DE ROUQUET (Hérault, Francia)

  

Aven del Mas de Rouquet: balcón de acceso al lago.

 

Además de la Grotte de Trassanel y la Grotte de l’Aspege, durante nuestro viaje por tierras francesas este pasado agosto, también visitamos el Aven del Mas de Rouquet. Para acceder a la cavidad hay que ponerse en contacto con el dueño del terreno donde se abre la boca, ya que se sitúa en una finca privada y cercada. Monsieur Lambert, muy amablemente nos acompañó hasta el aparcamiento más cercano a la cueva y mostro curiosidad por la topografía del año 1889, que le mostramos y le entregamos.

Luis junto a l’Obélisque (Foto: Lydie Babin).

 

Podemos llegar a la zona desde las poblaciones de Caylar, al norte, o desde Saint-Pierre-de-la-Fage, al este. Esta cavidad es modesta en cuanto a espeleometría, pero en su zona final está muy bien representado el fenómeno reconstructivo, albergando buenos espeleotemas. De ellas destacan l’Obélisque: gran estalagmita de 15 m. y la zona del lago, con sus verdosas y cristalinas aguas y las coladas que le acompañan.

Nuestra visita a esta cavidad se debe a las fotografías que vimos en el blog del fotógrafo e hidrogeólogo Philippe Crochet, al que tuvimos el placer de conocer el día siguiente en el refugio de La Salle junto a otra eminencia de la espeleología y la exploración: Michael Renda.

Vertical de entrada a la cavidad.

 

La sima se abre por tres bocas, dos de ellas muy amplias, y que inciden sobre una bella sala iluminada y con las paredes cubiertas de musgo y el suelo de lengua de ciervo. Es un lugar de una belleza excepcional. En el fondo de la sala existe un muro de piedra con una puerta, muy curioso. Pero más curiosa es la construcción que se encuentra tras la puerta. Se trata de una cava donde en tiempos pasados curaban quesos. Para ello descendían la vertical de entrada de 9,5 m. con ayuda de troncos y maderas.

 

Rincón con gours y pináculos.

 

La primera parte de la cavidad no presenta mayor interés, con pequeñas salas unidas por cortos pozos. Pero tras descender la cuarta y última vertical llegamos a un piso con bastante desarrollo y formaciones muy diversas. Allí, en un rincón vimos gours y multitud de pináculos coraloides subacuáticos, más adelante algunas columnas salpican la galería. Así alcanzamos la amplia sala de l’Obélisque, donde una enorme estalagmita, que da nombre a la sala, se eleva hacia una alta cúpula.

 

L'Obélisque.

 

Pero en la parte final de esta sala todavía podremos llegar a un bonito lago y un par de salas muy concrecionadas, no sin antes ascender un expuesto resalte que pone a prueba nuestras destrezas como escaladores. Muchas fotos son lo que nos piden estos espeleotemas. La verdad que se trata de una pequeña cueva, muy apta para la iniciación, pero que es digna de visita, aunque evidentemente no pueda ser el motivo principal de un viaje hasta l’Hérault desde nuestras tierras.

 

El lago.