La cova de l’Ocre de Lucena del Cid siempre ha estado vinculada a historias y leyendas. Es una cavidad tectónica, con grandes volúmenes y con zonas muy laberínticas en las que es fácil desorientarse. La cavidad es rica en minerales de calcita, óxidos de hierro (oligisto) y de hidróxidos de hierro (limonita) comúnmente conocido como ocre, de ahí el topónimo de la cavidad. Se tienen noticias de su explotación como mina desde época musulmana y posiblemente también desde la prehistoria, aunque de esta época no se han encontrado indicios. En la cavidad fue hallada abundante cerámica islámica, que parte de ella esta expuesta en el museo de bellas artes de Castellón.
Con posterioridad y alrededor de los años 60’ la cavidad fue explotada como mina, extrayendo gran cantidad de “ocre”, que era sacado con mulas del interior de la cavidad y más tarde llevado a las fundiciones de Sagunto. Esta última explotación ha cambiado notablemente el aspecto inicial de la cavidad, ya que además de extraerse gran cantidad de material se ha acondicionado el interior. En el interior de la cavidad discurre un “camino” acondicionado con muros de piedra en seco y con troncos para evitar derrumbes parietales y cenitales. Este camino discurre por la galería principal de la cavidad.
De entre todas las leyendas que hemos escuchado las más atrayentes son las que dicen que en el interior de la cavidad hay un río con cascadas. Otras cuentan que en el interior hay una sala tan grande como la plaza mayor de Figueroles. Otras cuentan que en su interior entraron dos personas y no volvieron a salir. De estas de extraviados en la cavidad hay varias versiones, y una de ellas es real.
En los pueblos de alrededor, Alcora, Araia, Figueroles y Lucena ha tenido popularidad esta cavidad. La gente de los alrededores la visitaba, pero entraban poco recorrido. Según referencias era habitual hacer una excursión al salt del caball y a la vuelta pasar por la cova de l’Ocre y visitarla. Muchas veces una señora mayor de unos 80 años, que vivía en una masia próxima les alertaba que en esta cueva entraron dos ingenieros catalanes y no volvieron a salir. Estos hechos se los habrían contado sus padres o abuelos.
Uno de estos grupos que solía hacer esta excursión, compuesto por gente de Figueroles y Lucena, decidió explorar esta cavidad hasta su final. Este grupo ya había estado en la cavidad con anterioridad, pero nunca se adentraron por todas las gateras.
El 5 de septiembre de 1971 este grupo compuesto por siete personas decidió explorarla. El material que llevaban eran linternas con pilas de recambio y una bobina de hilo o cuerda para no perderse en las zonas laberínticas. Esta exploración consistía en rastrear todos los rincones de la cavidad. Durante la exploración se pasaron varias gateras, llegando a una pequeña sala de unos 5 x 2 y en la que se podía erguir el cuerpo. En la sala encontraron dos cadáveres, que a primera vista confundieron con dos troncos de higuera, pero al acercarse y ver con detalle comprobaron que se trataba de dos cadáveres. Los cadáveres tenían una altura de 1,70 y 1,80 metros.Uno estaba en posición supina y el otro en decubito prono. El primero tenía una especie de calendario-escapulario en el pecho (de 5 x 6 cm.), con los evangelios. Debido al paso de los años desde el extravió, todo el borde del calendario estaba desintegrado y también el año del calendario. El segundo llevaba una navaja cabritera puntiaguda de 18 centímetros y una cartera de cuero con monedas. Una de ellas es del Principat de Catalunya, de 1811, otra de Fernando VII, de 1814 y otra de 1801. Por ellas se puede situar la pérdida en el primer cuarto de siglo XIX, aunque si el calendario hubiese encontrado integro se podría saber el año del extravío. Uno de los extraviados iba con alpargatas de cáñamo con las cintas que se atan hasta la rodilla.La navaja fue hallada abierta, cerca de la mano de uno de ellos. Esto podría apuntar a un posible suicidio.
Del hallazgo se dio parte a la guardia civil, quien a los pocos días fueron junto con algunos de los “descubridores” a recoger todos los restos para “estudiarlo”.
La noticia se propago por la comarca y apareció en la prensa a los pocos días.
De los extraviados no tenemos mas noticias, no se sabe si nadie pregunto por ellos en el momento de su extravio, o movilizaron a gente. Seguramente, eran dos ingenieros catalanes que se dispondrían a explorar la cavidad para una futura explotación minera.
Lo raro del asunto es que nadie se preocupo por ellos cuando se perdieron, ningún familiar o conocido vino a buscarlos…Y si actualmente o en el año 1971 cuando se hallaron los cadáveres nadie sabía de su existencia. Es posible que actualmente alguno de los descendientes de estos ingenieros catalanes sepa algo del tema. Que entraron en una cueva de Lucena del Cid, en Castellón y no volvieron a salir, o algo así.
Aquí mostramos fotos de algunas monedas localizadas junto a los cadáveres, y fotos de los cadáveres, cedidas gustosamente por uno de los “descubridores”:
Desde este humilde blog agradecemos que nos informen si alguien sabe algo más de la procedencia de estas gentes que murieron extraviados en la Cova de l'Ocre.