domingo, 22 de marzo de 2020

“Avenc del Tossal Gros” de Castellón.




Corría el año 2016, y un amigo acababa de presentarme a Lee, un tipo muy curioso. 
Éste vivía la espeleología con tanta pasión, que la contagiaba. 

Me había llevado a una sima hacía pocos días, al Avenc del Mas Nou, en Les Coves, y para mi había sido un sueño hecho realidad el poder descender un pozo, recorriendo un camino hacia la oscuridad, hacia lo desconocido.
Me había hablado de duros trabajos de desobstrucción, de exploración y topografía de cavidades, y todo esto despertó en mí una extraña sensación, pues siempre había sentido que llevaba dentro de mí a un explorador.

Le comenté que conocía cerca de Borriol un pequeño agujero, y sin dudarlo, me dijo de ir a verlo. Para mi nuevo amigo Lee, el “ir a verlo” era transportar hasta allí un pesado conjunto de materiales muy diversos. Cuando fui a recogerlo, me quedé asombrado, pues todo lo que él  había preparado casi no cabía en el maletero de mi Samurái.

Lee en la boca el día de la desobstrucción
Al llegar al parking, nos cargamos con todos los trastos y caminamos hasta la boca, Lee siempre iba contándome historias de trabajos que habían hecho o que estaban haciendo.
Una vez allí, sacamos un montón de grandes piedras del interior de la cavidad, dejando una pequeña bóveda al descubierto. Comenzamos a sacar piedras y arena, con unos cubos, uno llenaba y el otro lo tiraba al exterior. Fuimos construyendo una gatera descendente, de roca sobre nuestra cabeza y suelo de arena. El trabajo era duro, así que el primer día solo despejamos un metro de gatera.

Piedras extraídas delimitando perímetro de seguridad de la boca
Al día siguiente volvimos, los dos estábamos muy motivados. Continuamos con nuestro trabajo, el primer turno lo hice yo, rascaba el fondo de la gatera con los pies, arrastraba el material un poco hacia arriba, llenaba el cubo y Lee lo sacaba hacia afuera.

Lee en la gatera de acceso
En poco rato ocurrió algo sorprendente para mí, rascando la tierra, de repente se abrió un hueco a mis pies, le pegue un grito a Lee y el me dio instrucciones de cómo actuar. “Ves con mucho cuidado, hazlo ancho poco a poco, intenta que no caiga mucho material dentro…” 

Al final se abrió un pequeño hueco, y me dijo que tirara una piedra, para sondear lo que había tras la ventanita, pues hacia un giro  hacia la derecha y no se veía nada. Tire una piedra, caía algo entre dos paredes rebotando, me dijo que tirara otra, pues muchas veces se quedaban las piedras en alguna repisa, la segunda piedra me puso la carne de gallina, se oyó caer rebotando bastante trozo, lo que nos indicaba que había una vertical. Al poco rato de seguir ensanchando la ventanita, Lee me dijo que ya era suficiente, que ya cabíamos. Me dijo “ya puedes pasar”, y yo, acabando de oír la piedra que había tirado me quedé bloqueado, era introducirme por un pequeño agujero sin saber a dónde iba. Me dio miedo, y salí. Lee se lanzó casi de cabeza y desapareció por el pequeño agujero. Me quedé asombrado viendo con qué decisión se adentraba a lo desconocido, de qué manera contorsionaba su cuerpo pasando por aquel estrecho agujero. Tampoco me lo pensé mucho y fui tras él. El paso era muy angosto. Cuando lo superé, estaba en una pequeña sala inclinada, desde donde comenzaba un pequeño y muy estrecho resalte, que mi compañero ya había bajado y estaba haciéndolo ancho con un mazo. Era una escena increíble, Lee picando piedra a martillazos haciendo hueco para que pudiera bajar yo. Una vez abajo del resalte, observamos el pozo. Habíamos encontrado una sima nueva. Era una buena noticia.

Reconstrucciones típicas en el interior de la cavidad
Salimos a por el taladro, cuerda y equipos. Lee comenzó la instalación con un gran puente de roca en la misma boca, un pequeño natural en la primera sala y clavó algunos multimontis. El pozo era muy estrecho, sobre todo el acceso a la cabecera, que había que hacerlo en plan superman, poniendo el cuerpo en horizontal. Yo, con muy poca experiencia, iba siguiendo las instrucciones que me daba, “pon el stop en el cabo, fracciona con un pie en cada pared, no toques las repisas…” mientras Lee desaparecía por debajo de mi. Resultó ser un pequeño pozo, con poco recorrido en su base, pero para mí fue toda una experiencia, algo que nunca olvidaré. Mi primera desobstrucción y exploración, al lado del que hoy es un gran amigo.
Gracias Lee por compartir tu pasión por las cuevas conmigo.

Han pasado 4 años. Muchos proyectos, salidas, exploraciones y descubrimientos desde entonces. Ahora, ya con mucha experiencia adquirida en este duro y apasionante deporte, llevando a cabo un proyecto en mi vida de terminar cosas pendientes, decido ir a hacer la topografía de la cavidad, pues nadie ha vuelto a entrar allí. Busco compañía para la tarea, faltan voluntarios para visitar este tipo de cavidades estrechas, solo mi amiga  Zoraida decide acompañarme aun sabiendo cómo es la cavidad.
Acudimos a la sima, cargados como siempre, y para nuestra sorpresa, alguien ha tirado dentro las piedras que pusimos rodeando la boca. Esto está muy mal hecho, pues si se tiran las piedras habiendo alguien dentro, no podría salir, hay que respetar todas las disciplinas que se disfrutan en el monte, esto es terreno de todos.

Piedras arrojadas otra vez en la boca
Una vez sacadas y tiradas bien lejos, el próximo que quiera tapar la boca deberá ir a buscar las piedras ladera abajo, montamos la instalación tal cual la hizo Lee el día de la exploración. 
Alexis va instalando la cavidad, recordando lo que se puso en su día. 
Ya recuerda por que no habían vuelto, vaya agujero más estrecho. Zoraida le sigue, no sin problemas por las dimensiones de la cavidad. 

Zoraida en la base del P12
Al llegar los dos abajo, terminan de mirar unos agujeros en el suelo y todo el recorrido de la fractura, tomando las mediciones pertinentes para la topografía. Toman medidas del pozo, y al llegar al segundo fraccionamiento, ya se observó en su día una posible continuación, un estrecho laminador que se separa de la vertical. Hoy Alexis se decide a explorarlo, se adentra por el estrecho paso y llega a una zona de techo muy bajo descendente con muchas formaciones y bastante ancha, pero de escasos 30 cm de altura. Visto que no hay continuidad, vuelve hacia el pozo, donde le espera Zoraida por si surgían complicaciones. 

Los dos amigos regresan hacia el exterior, libreta en mano, anotando todo lo necesario y sufriendo los estrechos pasos, ahora más complicados hacia arriba. 
Una vez en el exterior, nos quedamos asombrados viendo la ciudad de Castellón, término al que pertenece esta pequeña cavidad.

Boca de la cavidad con bonitas vistas de Castellón
Las mediciones nos confirmaron que se trataba de una pequeña cavidad, muy estrecha, con -24 metros de profundidad y 48 metros de recorrido, con un precario pozo de 12 metros, donde sus paredes repletas de pequeñas formaciones te agarran para que te quedes ahí abajo, con ella.
Originalmente la cavidad era Forat del Tossal Gros 1, ahora la separamos de las otras dos cavidades de la misma zona, pues pasa a ser una sima.